Vivimos en un mundo donde las tentaciones, el estrés y el afán de la vida nos absorbe a tal punto, que muchas veces nos encerramos en las ansiedades y los problemas, olvidando de que existe un Dios maravilloso que desea que descansemos en Él.
En una investigación geográfica pude entender que hasta las tormentas, por muy catastróficas que parezcan, tienen un espacio de tranquilidad, el cual se le define como ojo.
La Palabra del Señor nos deja maravillosas promesas que nos dan una esperanza viva y fresca basada en la gloriosa soberanía de Dios y nuestra dependencia total en Él.
El Apóstol Pedro, en su primera carta, en el capitulo 5 verso 7, nos recuerda que cuando nuestra vida está sometida a Dios, podemos confiarle todas nuestras preocupaciones, ya que Él tiene cuidado de nosotros y nos garantiza su protección ante toda circunstancia que estemos atravesando. (1 Pe. 5.6-11)
Seguros en Dios
Dios quiere ser ese espacio en tu vida, donde tu fe y tu confianza estén puestas en Él, porque a pesar de que tu entorno se este derrumbando podrás tener la certeza y la confianza de que en sus manos estarás seguro. Solo podemos vencer las pruebas y las tentaciones con la ayuda que Él nos ofrece a través de una rendición total a su Palabra y en oración, después de todo, es un reconocimiento implícito de la soberanía de Dios, sabiendo que nosotros no podremos cambiar las circunstancias pero que Él puede hacer que estas obren para nuestro bienestar. (Rom. 8.28)
Recuerda que Jesús nos da la victoria y en él somos más que vencedores (Rom 8.31), no solo cuando hay ausencia de problemas o situaciones adversas; al contrario, es en medio de las pruebas, aflicciones y tribulaciones que Dios nos lleva de victoria en victoria, teniendo garantía en Cristo que las aflicciones del tiempo presente no tienen comparación con la gloria que un día se nos descubrirá. (Rom. 8.18)
“Tus ansiedades y problemas se limitan a tu confianza en Dios y a sus promesas” (Mt. 11.28-30)