Quiero ser como tú, pero sin problemas
Decimos que queremos ser como Jesús. Tal vez hasta oramos por eso. Pero cua…
Decimos que queremos ser como Jesús. Tal vez hasta oramos por eso. Pero cua…
Lamentablemente, estanterías como las que describí hace un momento no son la excepción, sino la regla, en cuanto a muchas librerías que se autodenominan cristianas.
Se desgastan con obras teatrales, bailes, cantos que producen algo así como un éxtasis, luces, humo y muchas cosas más... Pero ¿y la Palabra? ¿Dónde está la Biblia? ¿En las anécdotas que cuenta el líder desde el púlpito? ¿En las bendiciones materiales que (dicen) Dios les dará si se arrepiente?
En la carta a los gálatas encontramos a Pablo “maravillado de que tan pronto (se habían) alejado del que (los) llamó por la gracia de Cristo” (1:6). Los gálatas en su inmadurez se estaban dejando descarriar por falsos maestros, y Pablo, con tal amor solo comparable humanamente al de una madre, les escribe esta carta de amonestación.
No pretendo escribir esta serie de artículos considerándome un esposo ejemplar. Esto, aunque es mi deseo, todavía está muy lejos de serlo.
Si esto ya es una lucha, ¿cómo separar tiempo para leer con nuestras esposas? Cada uno de nosotros conoce su rutina y lo ocupado que pueda estar, pero también conocemos que Dios es quien nos provee de 24 horas cada día para que nosotros seamos buenos mayordomos.
Ya sea nuestra relación con el Señor, con nuestra esposa, hijos, padres, compañeros de trabajo, hermanos en la Iglesia, falsos hermanos, vecinos, enemigos, amigos, el dinero, el computador, la música, la televisión, etc., etc. Vivimos en una constante relación.
Cuando hablamos de este atributo de Dios, debemos mencionar que es algo que el ser humano no posee. La omnisciencia de Dios no es igual que la sabiduría, por lo que basta responder No a la pregunta del anterior subtítulo: Dios conoce todas las cosas. En los siguientes párrafos dedicaré mi tiempo a exponer brevemente cómo el hombre justificado y el impío no pueden esconderse de Dios y, además, cómo el hombre salvo puede confiar en este atributo del Padre (Salmos 139).
Ya hemos visto que Dios odia la idolatría, la inmoralidad sexual, la injusticia, la hipocresía y el engaño. Hoy veremos el odio de Dios por el orgullo.
Tal vez la verdad más grande y fundamental que como Iglesia de hoy en día h…