Omnisciencia: Dios se conoce a sí mismo y a todas las cosas posibles de manera perfecta, es decir, Él conoce todo aquello que sucede ante nuestros ojos en esta tierra y nada pasa desapercibido frente a Él.

¿Puede el hombre ocultarse de Dios?

Cuando hablamos de este atributo de Dios, debemos mencionar que es algo que el ser humano no posee. La omnisciencia de Dios no es igual que la sabiduría, por lo que basta responder No a la pregunta del anterior subtítulo: Dios conoce todas las cosas. En los siguientes párrafos dedicaré mi tiempo a exponer brevemente cómo el hombre justificado y el impío no pueden esconderse de Dios y, además, cómo el hombre salvo puede confiar en este atributo del Padre (Salmos 139).

¿Puedo ocultarle mi pecado a Dios?

Hebreos 4:13 nos dice: «Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta». Nada de lo que yo haga en esta tierra puede estar oculto, sin que Dios le mire y le conozca. Dios no es aquel anciano que sufre de Alzheimer.

El rey David dijo: «Mi pecado te declaré (…)» (Salmos 32:5). Esto nos lleva a que es mejor confesar nuestros pecados para no vernos como unos hipócritas y mentirosos delante de Dios. Quiera usted o no, todos hemos pecado.

Los hombres impíos odian este atributo del Gran y Único Dios, pero tienen la obligación de admitirlo. Quisieran que no existiera ese Dios que todo lo ve y todo lo sabe , el que escudriña nuestros corazones , el justo juez (Oseas 7:2). Todos daremos cuenta delante de ese Dios santo y nada podremos justificar, refutar y mucho menos explicar (Judas 1:15). Esto debería causar temor y reverencia en ambos bandos, pero no es de esperarse que el pecador tema a Dios a menos que este le salve y le regenere.

Confiando en su omnisciencia

Una de las verdades que cuesta creer es esta: que Dios sabe todas las cosas. Los cristianos de hoy deberían estudiar más los atributos de Dios para incrementar su confianza, sabiendo que el Padre lo sabe todo acerca de mi presente, pasado y futuro. En Él está puesta mi vida y todo lo que gira alrededor mío es porque así lo desea el Señor.

Él conoce todas las criaturas de este mundo, todo aquello que es real y todo aquello que acontece en esta tierra. No hay cosa alguna que se mueva sin que Dios no le conozca de antemano. Nada puede escapar de su mirada, nada puede ser escondido (Salmos 139:2-4).

Nuestra confianza está en que si Dios lo sabe todo, ¿entonces por qué dudar? Así como Dios conoce cuán perverso soy, Él mismo sabe cuánto le necesito y, de esa misma manera, cuida de mi necesidad en la vida cotidiana (Lucas 12:22-31). El Padre proveerá todo aquello que sabe de antemano que necesitamos, pues Él ha decretado todas las cosas.

Dios sabe cuáles son nuestros pecados y cómo pecamos. De igual forma conoce aquello que pediremos y por eso responde a la oración del justo de acuerdo a su total conocimiento de las cosas: Él sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros. Usted y yo no sabemos qué es lo mejor para cada uno de nosotros, ya que vemos con ojos de pecado y nuestros deseos muchas veces se inclinan a satisfacernos (Isaías 55:8-9). ¡Confía porque Dios lo sabe todo!

«No hay razón para temer que las peticiones de los justos no sean oídas, ni que sus lágrimas y suspiros escapen a la atención de Dios, ya que Él conoce los pensamientos e intenciones del corazón». – A. W. Pink

Teme ante su omnisciencia

El simple hecho de que Dios conoce todo de nosotros debería producirnos temor y reverencia. Es saber que antes de tener el deseo de pecar, Dios sabe que lo haré y cómo lo haré, pero al mismo tiempo Él dará la salida y la reprensión por el pecado (1 Corintios 10:13; Juan 16:8). Este atributo de Dios no debe ocultarse, al contrario, es y debe ser reverenciado. Debe ponernos de rodillas porque Él nos conoce tal cual somos.

Jamás podremos escondernos de Dios, no podremos ocultarle nada, ni el más mínimo detalle de las cosas. Así como Dios conocía a Jeremías desde antes de engendrarlo,  así nos conoce a nosotros (Jeremías 1:5). Y aunque hay muchos textos por citar para seguir mostrando la omnisciencia de Dios, debemos tener en mente esto: «por más que queramos defendernos no lo lograremos en esta vida y ni siquiera delante de su presencia, así que teme porque Dios lo sabe todo».

El conocimiento de todas las cosas no se puede comparar con nuestro conocimiento acerca de ellas. Dios es el único que posee tal grado de conocimiento: fue Él quien le dio conocimiento al hombre. A diario actuamos como si Dios no conociera nuestra vida, vivimos queriendo enseñar a Dios cómo hacer las cosas, cómo es que salen mejor y olvidando que todo lo que pasa es por Su poder y soberana voluntad. Dios no necesita que nosotros le enseñemos a Él, somos nosotros quienes necesitamos aprender y confiar. Su conocimiento es inmutable, no es vano sino poderoso y eterno.

Dios no está aprendiendo algo nuevo todos los días. ¿Seguiremos queriendo ocultarnos de Él?