Esta pregunta es muy relevante para mí por el proceso que he estado experimentando en la plantación de una iglesia en mi ciudad. Es relevante porque apunta hacia la motivación principal para la plantación, el adjetivo «grande» que acompaña a los dos sustantivos (iglesia y negocio) marca la gran diferencia.
Si el motivo para la plantación de una iglesia se relaciona principalmente con la generación de finanzas, está mal desde el principio, ya no será una iglesia sino un negocio, se podrá tener o encontrar justificaciones para soportar el deseo de plantar la iglesia, y aunque no se veda el derecho para que un ministro reciba un salario de parte de la congregación, esto jamás debe ser el motivo para plantar.
La opinión de los escépticos e inconversos es importante con respecto a este tópico, el pensamiento cultural secular es que se abren iglesias para beneficiarse de las ofrendas y diezmos de las personas, aunque no podemos negar que ya tenemos mucho de esto; no necesariamente siempre es así.
Como mencioné anteriormente, la opinión de los escépticos e inconversos es importante, pero no más que lo que Dios dice en Su Palabra:

Negocios Grandes

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro” —1 Timoteo 3.1–3, RVR60
Quiero resaltar dos requisitos relacionados con nuestro artículo:

No codicioso de ganancias deshonestas y no avaro…

Estos dos requisitos relacionados entre sí nos dan una pauta para examinar hacia dónde apunta nuestro corazón. Si eres plantador, o ya eres pastor o anciano en una iglesia local, examina tu corazón, escudríñalo, no con tus ojos o con tu propia opinión, que tu corazón sea iluminado por el consejo de Dios, si has estado fallando procede al arrepentimiento, si hay necesidad de replantar la iglesia, debes hacerlo.
Patrick y Hendriksen opinan al respecto:

«Los pastores que aman el dinero acabarán a la larga poniendo este amor por encima del bien de la iglesia. Tomarán decisiones que velen por la seguridad de su propio empleo y el aumento de su salario; la mayor parte del tiempo serán disposiciones que obstaculizarán el progreso del evangelio. Además, estos pastores amantes de las ganancias tienden a apropiarse indebidamente del dinero (utilizando la tarjeta de crédito de la iglesia para compras personales, robando de la ofrenda y aumentando su salario sin la aprobación de los ancianos, y esto son solo unos cuantos ejemplos)».
—Darrin Patrick

«El obispo no sólo debe ser un hombre que esté lejos de la actitud de Judas (Jn. 12:6) de tratar de enriquecerse por medios deshonestos (el pecado indicado en 1 Ti. 3:8 y en Tit. 1:8), sino debe también estar lejos de tener como meta principal la adquisición de tesoros terrenales aun cuando los medios empleados sean honrados».
—William Hendriksen

Iglesias Grandes

Posiblemente no exista el deseo de tener o plantar una iglesia motivados en la codicia de las riquezas, y podríamos justificarnos que lo único que queremos es una iglesia grande. Basado en ésto surgen algunas preguntas:

  1. ¿Por qué quieres una iglesia grande?
  2. ¿Consideras tener la capacidad de administrar una iglesia grande?
  3. ¿Sabes con qué número de miembros podemos considerar grande a una iglesia?
  4. ¿Está soportada la iglesia grande en la Biblia?

Considero que el adjetivo «grande» si bien no suena mal o no es malo en sí mismo, podría desviarnos del propósito principal de la iglesia y para la iglesia. Investigando acerca del ministerio de Tim Keller, parece muy interesante la eclesiología con la que lleva a cabo el ministerio:

«Hemos desplegado un plan audaz para hacernos más pequeños. En lugar de convertirnos en una mega-iglesia, basados totalmente en la predicación y enseñanza de un pastor, hemos multiplicado nuestra gran congregación en tres congregaciones más pequeñas: en el vecindario del lado Este, el lado Oeste y el Centro [Manhattan, Nueva York]. Cada congregación posee su propio pastor principal, staff y líderes. Mientras más lugares y líderes estén disponibles esperamos multiplicarnos en lugares pequeños de adoración».
—Tim Keller

No quiero ni pretendo parecer dogmático con este comentario; al final, debemos descansar en la soberanía de Dios, si es el deseo de Dios, la iglesia crecerá y será muy grande, tenemos ejemplo de mega-iglesias que no han comprometido el mensaje del evangelio, son iglesias saludables que predican enseñanza sana y fiel; también puede ser la voluntad de Dios que la iglesia no crezca demasiado, esto podría frustrarnos, por eso necesitamos depender siempre de la Voluntad Soberana.

Evitemos caer en el error de implementar estrategias o métodos pragmáticos o humanistas (“si funciona, es verdad; si tiene éxito, es bueno ”), si permitimos que el humanismo o el pragmatismo penetre nuestro corazón, nuestra motivación se desviará de lo que es bíblico. A los ojos del humanismo y el pragmatismo, los ministerios de Noé, Jeremías y Jesús “fracasaron”.

¿Podemos desear y perseguir el crecimiento de la iglesia?

Sí podemos y debemos, a manera que la iglesia visible crece y que la comunidad es impactada con y por el evangelio, el Reino de Dios avanza, únicamente debemos tener presente siempre que quien da el crecimiento es Dios (1 Co. 3.7), en esto descansamos.

Motivación principal para la Iglesia Local

Nuestra motivación principal para la iglesia no debe ser ni siquiera el evangelio, sino el Dios autor del evangelio. El evangelio glorifica a Dios, cuando predicamos el evangelio Dios es glorificado. Recordemos que la iglesia local alberga a la iglesia visible, alcanzar a nuestra comunidad es glorificar a Dios. Sin comunidad no hay iglesia local.
Nuestro fin principal es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre (Catecismo Menor de Westminster). Ésta también debe ser la motivación y el fin principal de la Iglesia. La iglesia local con la motivación correcta será una iglesia saludable centrada en el evangelio, que no busca el cumplimiento de adjetivos sino de hacer la voluntad, la sola voluntad de Dios.

Lectura recomendada:


  1. Juan Calvino, Comentario a las Epístolas Pastorales
  2. William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Timoteo y Tito
  3. Darrin Patrick, Plantador de Iglesias: El hombre, el mensaje y la misión
  4. Paris Reidhead, Diez Monedas y una Camisa
  5. Tim Keller, A church not for ourselves (Una iglesia no para nosotros mismos)
  6. Software Logos, Catecismo Menor de Westminster

Fotografía cortesía de juan116.org