La razón básica por la que alguien puede adulterar es que el «adulterio» es una «obra de la carne» (Gálatas 5:19).
La razón básica por la que un creyente puede adulterar es porque la «carne» aún permanece en él (Gálatas 5:16,17).
Por esto el creyente que busca permanecer firme debe «mirar que no caiga» (1 Corintios 10:12). Es necesario que constantemente «limpiemos toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios» (2 Corintios 7:1).
Pero ¿qué sucede si desatendemos la necesaria tarea continua de santificación del creyente?
¿Qué pasa si menospreciamos las incontables amonestaciones bíblicas a la santificación?
Tristemente, en nuestra tendencia a irnos a los extremos, siempre corremos el grave peligro de convertir la gracia en libertinaje, y pagar indefectiblemente las consecuencias.
Gracia incluye advertencia
En los últimos años se ha hecho muy notorio en muchos ámbitos cristianos un precioso énfasis en la enseñanza acerca de la gracia de Dios. Esto ha sido enormemente provechoso y saludable para la Iglesia. ¡Alabamos a Dios por su gracia sublime!
Pero trajo consigo, como toda verdad lo hace, un peligro: perder el equilibrio sano y deslizarnos a un extremo.
Este extremo prontamente recorrió el mundo: a través de un sobre-énfasis en la doctrina de la justificación se comenzó a negar la doctrina de la santificación.
Esto en términos muy sencillos y prácticos desembocó en que si haces un llamado a la santidad, en ciertos casos, se te acusa de legalista que no entiende el evangelio de la gracia. Junto con algunos ejemplos de cristianismo superficial y despreocupado cuyos gustos y metas casi no difieren a cualquier persona de este mundo.
Aquí algunos buenos artículos que rebatían este peligroso extremo:
- What we all agree on
- Is Jesus Plus Nothing a Formula for Santification?
- Tullian’s Trench
- Depravity and Santification
Incompleto
Los argumentos de los predicadores de este extremo son siempre versículos bíblicos, sí. El problema no es que su postura no incluya porciones de las Escrituras. El error está en el ignorar otros pasajes que le proporcionan el equilibrio sano a la enseñanza.
Dicho de otro modo:
Es maravillosamente cierto que el creyente forma parte de aquel grupo de personas «que no obran, sino creen en aquel que justifica al impío» (Romanos 4:5). ¡Esto es parte de la doctrina bíblica de la justificación!
Pero también es maravillosamente cierto que hemos sido salvados «para buenas obras» (Efesios 2:10). ¡Esto es parte de la doctrina bíblica de la santificación!
Una relación inapropiada
Este extremo puede llevarnos por caminos muy peligrosos.
Un muy triste ejemplo lo encontramos en la vida del pastor Tullian Tchividjian.
El, en los últimos años, se convirtió en uno de los principales promotores de este extremo antes citado, y su libro «Jesús + Nada = Todo» recorrió el mundo.
Por el conflicto que estaba causando en su negación de la doctrina de la santificación, fue expulsado el año pasado de «The Gospel Coalition» (leer aquí).
Con dolor, hoy es de público conocimiento que Tullian Tchividjian acaba de renunciar a su cargo como pastor en la «Coral Ridge Presbyterian Church» de Florida, al reconocer que «su esposa tuvo un romance, y en respuesta, él buscó consuelo en una relación inapropiada con otra persona» (leer aquí).
Si naturalmente nuestra carne lucha a diario para satisfacer sus deseos pecaminosos (Efesios 4:22), ¿qué no hará en nosotros y nuestros matrimonios si descuidamos el llamado a la santificación?
Sin piedras en la mano
Este artículo que escribo lejos de buscar atacar o mirar por encima a un hombre que pecó, busca solamente intentar advertir sobre el GRAVE Y ALTAMENTE PELIGROSO error de minimizar el llamado bíblico a la santificación.
No leamos sólo ciertas porciones de las Escrituras. Deleitemonos en Dios por su justificación, mientras también «aprendemos cómo nos conviene conducirnos y agradar a Dios, y así abundemos más y más» (1 Tesalonicenses 4:1).
Ora por favor por la gracia de Dios en Tullian Tchividjian y su esposa.
«Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos» (Hebreos 2:1).
Este artículo publicado originalmente en el Blog Por Un Cristianismo Radical.