La iglesia tiene un mal concepto de la seguridad de salvación, un extremo apela que el cristiano no tiene seguridad de la salvación ya que la puede perder, y hay otro extremo que dice que somos salvos así que podemos hacer lo que queremos, total somos salvos.

¿Qué dice la Biblia? ¿Realmente tenemos seguridad en Cristo?
La Biblia está llena de textos que nos aseguran nuestra salvación, uno de ellos es Jeremías 32:38-41, donde el pastor Charles Leiter plantea lo siguiente:

Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. Haré con ellos un pacto eterno: Nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor; pondré mi temor en sus corazones, y así no se apartarán de mí. Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra.

Jeremías 32:38-41

Todos los Cristianos perseveran en Santidad hasta el final. Observe una vez más las promesas de Jeremías 32. No solo Dios ha prometido no rechazarnos, («no me volveré atrás de hacerles bien». RV1960); ¡Él también ha prometido hacer una obra en nuestros corazones que asegura que nosotros tampoco nos apartemos!

«…Pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí». De nuevo, esta es una promesa, y es algo que Dios hace. ¡En el corazón de todos los cristianos Él pone un santo y continuo temor de Dios que asegura constante fidelidad a Él!

Esta es la verdadera seguridad Bíblica, y es muy diferente de la frívola declaración que a menudo se enseña en nuestros días que dice: «una vez salvos, siempre salvos». La seguridad no es una cuestión de «salvarse», vivir una vida de pecado y todavía entrar al cielo. Tampoco es cuestión de ser encerrados bajo llave cuando nos convertimos y no nos dejen salir, ¡aunque golpeemos la puerta para escapar! No hay restricciones externas que impiden a un cristiano volver a su vida anterior: «Pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial». (Hebreos 11:15-16). ¿Quieres volver al mundo? Tienes libertad de hacerlo. ¡Nadie te va a parar! Pero, si eres cristiano, no es tu deseo ir para atrás. ¿Como podría ser de otro modo cuando se te ha dado un corazón que ama y teme a Dios?

[Charles Leiter – Justificación y Regeneración p. 76-77]

 

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