¿Cómo es el verdadero calvinista? Un Corazón Agradecido — Philip Graham Ryken
Dios no dejó a Isaías en sus pecados. Isaías reconoció que era pecador, que era demasiado impuro para estar en la presencia del Dios tres veces santo. Pero una vez que Isaías confesó sus pecados, recibió abundante gracia y misericordia: “Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” (Isaías 6:6–7)