La unción en el Nuevo Testamento
En la parte anterior de esta serie estuvimos viendo brevemente lo que el Antiguo Testamento nos enseña respecto a la unción. Vimos que el concepto de la unción era algo limitado a un grupo específico de personas, específicamente sacerdotes (Ex 28.41), reyes (1 Samuel 9.16), y profetas (1 R 19.16b). En esta ocasión nos tornamos al Nuevo Testamento para ver lo que nos enseña a nosotros que vivimos bajo el Nuevo Pacto.
La Fuente de la Unción
Al contrario de lo que muchos enseñan hoy día, la unción no es algo que puede ser trasferida o adquirida de alguna persona o a través de algún objeto. Consideremos 2 Corintios 1:21-22 en donde Pablo claramente enseña que la unción es algo que procede solamente de Dios. Pablo escribe:
21 Ahora bien, el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, 22 quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.
Pablo utiliza cuatro verbos en este verso: confirma, ungió, selló, y dio; y todos hacen referencia a acciones llevadas a cabo por Dios sobre todos Sus hijos. Todos aquellos que han sido confirmados en Cristo, son ungidos y sellados por Dios, y reciben al Espíritu Santo en sus corazones. Dios es la fuente de la unción.
La Función de la Unción
Primera de Juan 2:18-27 es el otro lugar en el Nuevo Testamento en donde se habla de la unción. Una de las cosas que Juan hace en estos versos es un contraste entre los cristianos genuinos y los apostatas. Al hacer este contraste, el Apóstol provee una característica especial y esencial de los creyentes genuinos. ¿Cuál es? La unción.
El verso 20 dice: “Pero vosotros tenéis unción del Santo, y todos vosotros lo sabéis.” (1 Juan 2.20, LBLA); y el verso 27 dice: “Y en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El.” (1 Juan 2.27, LBLA).
De estos dos versos bíblicos podemos notar varias cosas respecto a la unción.
Primero, la unción es para todos los creyentes. No es algo que solo algunas personas reciben; y no es una experiencia esotérica que solo un grupo privilegiado tiene. La enseñanza clara del Apóstol es que todo cristiano tiene la unción.
Segundo, la unción no tiene medida. Muchos tratan de medir la unción como si fuese algo que puede ser cuantificado. La unción es un concepto abstracto y no puede medirse, no existen niveles de unción; o se tiene la unción o no se tiene. Y el tenerla o no tenerla depende puramente de si soy o no una nueva criatura en Cristo.
Tercero, la unción tiene una relación intrínseca con el conocimiento de la verdad. Nótese que en el verso 27 dice: “su unción os enseña acerca de todas las cosas”. ¿Cuáles cosas? Todas las cosas referentes a Cristo, el Evangelio, y la Salvación; todas las cosas acerca del conocimiento de Dios.
En su comentario al Nuevo Testamento, John MacArthur escribe:
Debido a que los creyentes han recibido esa unción, tienen el verdadero conocimiento de Dios que viene exclusivamente a través de Jesucristo (2 Cor. 4:6) […] no necesitan ningún entendimiento secreto, especial, o trascendente o ninguna visión esotérica. La unción […] en este texto se refiere en sentido figurado al Espíritu Santo, quien ha tomado residencia en los creyentes, y les revela a través de las Escrituras todo lo que necesitan saber (Juan 14:26; 16:13; 1 Cor. 2:9-10). [La unción es simplemente el] conocimiento de la verdad dado al creyente por el Espíritu.[1]
Muchos hoy día identifican la unción con el correr, hablar en lenguas, danzar, caerse al suelo, etc., sin embargo, ninguna de esas cosas son la unción. La persona que en la Biblia se conoce como el Ungido es Jesús; quien a su vez se distingue por Sus enseñanzas. Nunca vemos a Jesús haciendo a la gente caerse al suelo, gritar, correr o actuar eufóricamente, sino que lo vemos enseñando y predicando la Palabra de Verdad. Sentado en una roca, o en una barca, o en la casa de alguna persona, caminando con sus discípulos; lo vemos continuamente enseñando e impartiendo conocimiento acerca de la Verdad.
A modo de apéndice, en la parte final de esta serie estaremos considerando algunas notas finales y aplicaciones que podemos todos adoptar en nuestras vidas.
[1] John MacArthur, 1, 2, 3 John, MacArthur New Testament Commentary (Chicago, IL: Moody Publishers, 2007), 102–103.
Citas bíblicas tomadas de La Biblia de las Americas. Lockman Foundation, 1998.