Dios viene a nosotros en Cristo, y Cristo viene a nosotros en una riqueza deslumbrante de promesas. Aquellas promesas satisfacen cualquier condición de cualquier creyente. En un sermón, Ralph Erskine enlistó cincuenta aspectos de la salvación contenida en las promesas y afirmó que el podía listar mil más (5:259–60). “¿Qué cosa podría desear usted que no estuviera en la promesa?” preguntaba él. Luego contestaba:
La promesa contiene la salvación del pecado, de la culpa, de la suciedad del pecado, del aguijón del pecado, del poder del pecado, del fruto del pecado, de la mancha del pecado, de la fuente del pecado, y de la esencia misma del pecado. He aquí promesas de la salvación de la ira, de la ley, de la justicia, de la muerte, del infierno, del mundo, y del diablo y de los hombres irrazonables. Hay salvación de los problemas, de los reproches, de los miedos, de las dudas, y de los desfallecimientos; hay salvación de deserción y del desaliento, de las necesidades y la debilidad, de los agravios y las lesiones hechas a sus nombres o a otros; la salvación de todas las aflicciones y del cansancio; la salvación de reincidir y de la apostasía; la salvación de las plagas y de todas las imperfecciones. Hay salvaciones positivas innumerables y misericordias; la misericordia perdonadora, la misericordia que libra del pecado, la misericordia sanadora, la misericordia conquistadora, la misericordia confortante, la misericordia sustentadora, la misericordia creciente en gracia, la misericordia perfeccionadora; la misericordia santificadora para santificar todas las providencias, todas las cruces, todas las relaciones; la misericordia defensora, la misericordia fortalecedora, la misericordia ayudadora, la misericordia seguidora, iluminadora, avivadora, la amplia misericordia; la misericordia para suplir nuestras faltas, ahuyentando sus miedos, cubriendo sus enfermedades, escuchando oraciones, ordenando todas las cosas para su bien; y la salvación para vida eterna, gloria e inmortalidad (5:259).
«La promesa contiene la salvación del pecado» — Ralph Erskine
Ebenezer Erskine quedó también impresionado por la variedad de las promesas de Dios. Al predicar sobre Apocalipsis 22:2 (“las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones”), Erskine dijo que las promesas, como las hojas en un árbol, son tan diversas que no hay dolencia que no puedan sanar. ¿”Cuál es su enfermedad, Oh pecador? Sea lo que sea, usted encontrará una hoja en este árbol que le pueda sanar,” dijo él (1:502). Ralph Erskine concurrió: “Dígame un caso que la promesa no alcance,” él preguntaba (5:118).
Las personas deben ser pescados por las promesas del evangelio. Ralph Erskine dijo que el predicador, un “pescador de hombres”, debe echar “un manojo de promesas” como ganchos en una línea para pescar a las personas. Los ganchos son de tamaños diversos para pescar a toda clase de persona. “¿Dice usted: ‘soy un pobre gusano insignificante?’ Pues bien, hay un gancho para usted. ‘No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu Socorro.’ ¿Está usted afligido y necesitado? Hay un gancho para usted: ‘Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; …yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.’ ¿Es usted una criatura pobre y ciega, que desconoce hacia donde se dirige? Hay un gancho para usted, ‘Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían.’
“Si una promesa no le satisface, acuda a otra,” Erskine seguía: “Si un gancho le queda grande, otro le vendrá mejor. ¡Oh alma feliz, si sea pescado! El gancho no le lastimará, sino que sólo le sanará a la misma felicidad con todos los hijos de la promesa” (5:128–30).
Beeke, J. (2008). La espiritualidad puritana y reformada: Un estudio teológico y práctico tomado de nuestra herencia puritana y reformada. (J. S. Llamas & A. Valdez, Trads.) (Primera Edición., pp. 226–227). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.