“Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia[…]” (Romanos 5:20)

Algo en lo que puedes estar pensando…

No quiero que el título de este artículo te espante, solo anhelo tu atención al momento de leerlo. Tras observar el pasaje mencionado en el libro de Romanos, muchos pueden estarse preguntado ¿estaba esto en la Biblia? ¿es un pasaje real? O incluso después de responder afirmativamente las dos primeras preguntas, cuestionarte ¿para qué luchar con el pecado? ¿No es acaso gracia y más gracia lo que cada uno de nosotros quiere?

Déjame decir que estas preguntas son bastante aceptables si tenemos en cuenta la magnitud de la gracia a la cual Pablo hace mención y que obtenemos a través de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Lo que es…y lo que no es

Lo primero que debemos asumir, es que la porción de Romanos no es un llamado al libertinaje ni el secreto de la obtención de gracia sobre gracia por medio del pecado. Creer que Pablo nos invita a pecar se opone a todo el consejo de Dios, es inconexo con cada verdad de la Escritura y es una aberración para la esencia misma del Evangelio. Con esto ya asumido, debo decir que en Cristo somos libres. La gran particularidad es que no somos libres para pecar, sino que libres para no pecar.

Romanos 6, reitera una y otra vez el hecho de que los que están en Cristo odian pecar, no así la reacción de aquellos que no están en Cristo (nosotros hace un tiempo) quienes se encuentran muertos, sordos, ciegos, cautivos y sin discernimiento. En muchas ocasiones he mencionado a modo de ilustración que cuando alguien muere, la familia sabe que murió, los amigos saben que murió, pero el muerto ni se imagina que murió. Nuestra realidad era aquella, la incapacidad total de no pecar o de gritar que alguien nos librara de este cuerpo de muerte. ¿La causa? Ninguno de nosotros odiaba el pecado.

Por medio del trabajo expiatorio de Cristo y de la “consumación de todo” es que el poder e influencia del pecado ha sido roto en quienes creen. La presencia del pecado aún permanece, pero son justo estas dos razones las que nos ponen en un escenario distinto, tendremos que luchar con el pecado todos y cada uno de los días de nuestra vida. Como creyentes continuamos en conflicto con el pecado, teniendo una conciencia del mismo. Quien en un tiempo fuera nuestro “amigo” y satisfacción hoy es la causa de nuestra destrucción e infidelidad ante Dios.

Lo que las palabras de Pablo verdaderamente son, es un llamado a luchar firmemente contra el pecado y a crecer en santidad. Debemos confiar en que si continuamos luchando con fuerza y compromiso, el Espíritu Santo trabaja en nosotros, conformándonos más a Aquél que ya venció esta lucha, Jesús. Este proceso es conocido por algunos teólogos como “santificación progresiva”. En palabras de Conner, Moody y Hoekema, este proceso es lo que “ocurre entre el llegar a ser cristiano y la muerte física”. Este concepto se alinea con el llamado de Pablo a dejar la inmoralidad, evitar la profanación, etc. En palabras sencillas, la naturaleza de la gracia no es una excusa ni nos excusa de esta lucha que debemos enfrentar, sino que de manera poderosa nos fortalecemos por ella.

Pablo es categórico al fortalecernos con una promesa en Romanos 6:14:

«Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.»  

El dominio del pecado fue completamente destruido en la cruz, Cristo nos vivifica en una vida completamente nueva. Es esta hermosa promesa inamovible y el triunfo de Cristo igualmente inamovible lo que nos afirma y asegura la victoria en esta lucha contra el pecado.

Por eso…

Continuar en una vida de pecado no es solo un abuso aberrante de la gracia sino que con efectos completamente autodestructivos. Si obedecemos al pecado, nos volvemos esclavos del pecado, sin embargo es la gracia la que nos vuelve de manera irresistible en esclavos de Cristo, siendo esta esclavitud la más verdadera y plena libertad.

Si sientes en ocasiones que pelear contra el pecado es una batalla campal, créeme que se siente así porque es justamente eso lo que es. Sin embargo la gloriosa noticia es que la victoria ha sido ganada para aquellos que están en Cristo. ¡Ese es el mensaje de Pablo en el pasaje inicial! Ya hemos sido libres. El pecado abundó, y la gracia sobre abundó. Dejamos de ser cautivos del poder del pecado y del castigo del mismo, por medio de Jesús, quien derrotó ese poder y recibió en Él tal castigo. Será Jesús mismo quien un día al glorificarnos nos libre también de la presencia definitiva del pecado. De principio a fin es mi anhelo que veas que la salvación fue, es y será del Señor.

En medio de la lucha recuerda que fuerte y fiel es tu Sostenedor. La batalla continuará, y la antigua naturaleza solicitará ser alimentada, pero la realidad es que hemos muerto al pecado. Y es este el núcleo de la vida cristiana: que caminamos en progresiva santificación hacia la vida eterna, siendo santificados en Aquél único que es Santo, Santo, Santo.

Referencias:

Teologia Sistematica II: Es el Complemento de Teologia – James Leo Garrett, JR.

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