En los tiempos de Pablo existían judíos y griegos (gentiles), por un lado estaban quienes pedían señales milagrosas y otros que buscaban el conocimiento.
La iglesia de corintios estaba inmersa en una sociedad llena de idolatría, libertinaje y pecado, aún así el apóstol les infundía aliento diciéndoles: “predicamos a Cristo crucificado”. El mensaje no ha cambiado, el mensaje es el mismo hoy: Cristo crucificado (1 Corintios 1.22-23).
El evangelio de Cristo Crucificado
El Cristo crucificado murió como propiciación (Romanos 3.23-26), la Ira que yo merecía la recibió Cristo por mí. Algunos dirán qué de maravilloso tiene esto, pero escuchar siempre la presentación de Cristo como mártir no es una presentación acertada del Evangelio.
Sí, sufrió golpes y tuvo el castigo que yo merecía, pero cuando se habla de la ira de Dios en contra del pecado y en contra del pecador (Salmos 5.5; Juan 3.36), que hay de la justicia de Dios (2 Corintios 5.21; 2 Pedro 1.1), la cruz es más que sufrimiento físico, Cristo el Hijo de Dios se hizo pecado para redimir a su Iglesia (Hechos 20.28; 2 Corintios 5.21).
¿Por qué predicamos a Cristo Crucificado?
No hay otro evangelio, cualquiera que predique otro evangelio sea maldito o ¡que caiga bajo maldición! (Gálatas 1.8), La Escritura es enfática en decirlo, y hasta lo reitera en la epístola (Gálatas 1.9). Examina el evangelio que estás predicando, si tu evangelio no es el de Cristo crucificado eres maldito.
El falso evangelio se ha propagado y el diablo lo hace pasar como algo verdadero.
La época en que vivimos es necesario predicar a Cristo crucificado porque el falso evangelio está siendo propagado, y la mayoría creerá en él (2 Timoteo 4.3–4). Ya es sabido las multitudes que han repetido la oración del pecador y en su mayoría muchos jamás nacieron de nuevo, las iglesias están llenas de esta clase de personas autoengañadas.
Un evangelio alejado de las Escrituras y abrazado al humanismo
No sólo se predica por los herejes más reconocidos, hoy en día en iglesias de “sana doctrina” por el desconocimiento de la historia de la Iglesia han abandonado las confesiones de fe y Las Escrituras y han comenzado a utilizar la psicología para ganar almas, sólo buscando llenar las iglesias, y predicarles un evangelio lleno de señales milagrosas o lleno de leyes que cumplir, pero las palabra de Pablo resuenan: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado”.
Si hemos sido salvos debemos predicar el evangelio
Resuenan en mi mente las palabras dichas por Charles Spurgeon: «Si no te interesa la Salvación de los Demás, es porque tú no eres salvo, tenlo por seguro». Este fue el mensaje que vi en la pared de la oficina de mi amigo Félix Cabrera, y que debe resonar cada día de mi vida y de la tuya si has nacido de nuevo, si Cristo pudo salvarme a mí un hombre pecador, por qué no salvará a otros. Anda y predicales el evangelio del Cristo crucificado.
¿Estás predicando el evangelio que Cristo predicaba? ¿Estás examinando qué estás predicando? ¿Conoces el verdadero evangelio?