Si Dios es bueno y tiene el control sobre todas las cosas ¿por qué existe el mal?
El mal es un problema humano. Todos los seres humanos hemos sufrido las consecuencias del mal en nuestra vida diaria. No importa la edad, género, nacionalidad o situación social: todos hemos experimentado el dolor que conlleva el mal.
Muchas personas que se identifican como ateas, lo hacen debido a este problema. Muchos cristianos se enfrentan al dolor sin poder responder a esta pregunta con claridad, y por lo tanto lo hacen con una fe llena de dudas.
Hay dos caras en este problema. La primera, es intelectual: ¿cómo conciliar los conceptos de la bondad y soberanía de Dios con la presencia del mal en la vida diaria? La segunda faceta, es la emocional: el mal duele. Aún después de entender mejor el propósito del mal bajo la soberanía de Dios, el mal sigue doliendo.
Me gustaría ayudarte a entender un poco mejor el problema intelectual (Parte 1), pero también recomendarte algunas cosas prácticas para el aspecto emocional (Parte 2).
Cara Intelectual
Una vez escuché a R. C. Sproul decir: Dios no causa el mal, no lo aprueba pero sí lo permite y lo gobierna.
En primer lugar, Dios no causa el mal. Esto significa que el mal no es parte de la creación original de Dios. Él no nos hizo para vivir una vida bajo la presencia del mal. Es por esto que Él retira el árbol de la vida en Génesis 3 para que la caída no se prolongara eternamente. Sin embargo, la presencia de este árbol se encuentra en la Nueva Jerusalén después de la eliminación del mal en el universo. Dios no causa el mal.
De la misma manera, Dios no aprueba el mal. Él no aplaude ante el asesinato de un inocente, la violación de la integridad física de un indefenso o la indiferencia consciente ante la necesidad de un vecino. Él no mira con consentimiento tus pecados personales, la desobediencia de una iglesia local o la injusticia en una nación. Tal es su rechazo al mal que ni siquiera tiene cabida en su presencia, como lo dice el Salmo 5:4. Dios no aprueba el mal.
Sin embargo, aunque Dios no causa el mal ni lo aprueba, sí lo permite. De acuerdo a la Biblia nada se escapa de la soberanía de Dios, ni siquiera el mal. En Job 1 vemos a Satanás actuando bajo los términos y límites de Dios: el malo le rinde cuentas al Soberano de lo que ha estado haciendo, solo puede actuar bajo la orden de Dios y no puede escapar de los límites que Dios le impone. Dios permite el mal.
Por último, Dios gobierna el mal para bien. Dios es tan soberano y tan bueno que inclusive puede convertir las acciones de la criatura más maligna y miserable como Satanás en algo totalmente bello y glorioso. El ejemplo más grande es la muerte misma de Jesús. La penalización injusta de un inocente no es algo que Dios cause o apruebe y, sin embargo, es lo que Dios permitió que le sucediera a su Unigénito a manos de hombres pecadores, y es lo que Dios gobernó para un bien totalmente mayor: la salvación de pecadores para la formación de un pueblo para la gloria de Dios. Dios gobierna el mal para bien.
Dios no causa el mal, no lo aprueba pero sí lo permite, y sobre todo, lo gobierna para bien. Esto puede traer mucha claridad a nuestras mentes y corazones. Sin embargo, esto no es suficiente. Dios no dejó solo un libro con respuestas para nuestra mente, sino un libro del que nace una comunidad para nuestro corazón. En la segunda parte veremos algunas cuestiones prácticas para enfrentar el mal.
¿Qué diferencia hace saber que Dios es soberano aún sobre el mal? ¿Puedes pensar en alguna situación dónde la presencia del mal era evidente y su culminación fue para la gloria de Dios? ¿Puedes pensar en cómo estos conceptos pueden ayudar a alguien que conozcas?
Encargado de la edición Germán Estobar