La providencia desempeña un papel especial en encontrar a nuestra pareja, y posteriormente en concedernos hijos. Esto se ve claramente en el caso de Abraham buscando una esposas para Isaac (Gen. 24); en el don del niño Samuel concedido a Anna (1 Sam. 1:20); en el nacimiento de Juan el bautista, hijo de Zacarías y Elizabeth. (Luc. 1:13–14) Hay mucho de la providencia que se manifiesta al proveernos una pareja adecuada resultando en un matrimonio tranquilo y feliz. Esto es especialmente destacado cuando uno de los dos es el medio para traer el bienestar espiritual y eterno al otro. “Porque ¿Qué sabes tú, oh mujer, si quizás harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizás harás salva a tu mujer?” (1 Cor. 7:16)

Cuando la pareja es creyente, cuán maravillosa fue la providencia que los condujo a una relación tan cercana, el uno con el otro en la tierra, y a la esperanza de la salvación eterna en el cielo.

Gran número de hombres y mujeres no pueden disfrutar de estas buenas cosas. Si estas bendiciones le han sido concedidas a usted, no deje de agradecer a Dios y de vivir una vida que le alabe a El. El Señor espera recibir la alabanza cuando usted tenga confort.

Pronto la muerte desintegrará la familia; entonces, viva de tal manera que el día de la separación sea dulce.

Flavel, J. (2001). El misterio de la providencia. (O. I. Negrete & T. R. Montgomery, Trads.) (pp. 17–18). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.