El libro fue escrito por el pastor Edmund P. Clowney (1917 – 2005). Él le pidió a una de sus nietas que escribiera preguntas para El misterio revelado, estas preguntas se encuentran al final de cada capitulo del libro. El prólogo está escrito por J. I. Packer. El libro apareció en el año 2013 bajo el título original: The Unfolding Mystery: Discovering Christ in the Old Testament y en 2014 en español, publicado por la Editorial Poiema. Desde Adán hasta los profetas Cristo está anunciado como el Salvador que vendrá para redimir a su pueblo, pero “Dios no llevó a cabo Su propósito enseguida. No envió a Cristo para que naciera de Eva a las puertas del Edén. Tampoco grabó toda la Biblia en las tablas de piedra que le dio a Moisés en el Sinaí. Por el contrario, Dios mismo se mostró como el Señor de los tiempos y las épocas (Hch. 1.7). La historia de la obra salvadora de Dios está enmarcada en épocas, en períodos de historia que Dios determina por Su palabra de la promesa”.[1]
Clowney habla de Adán, y el nuevo Adán – Cristo quien obedeció a su Padre. De Abraham quien no tuvo que sacrificar a su hijo, y de Dios quien tuvo que hacerlo para que no nos perdiéramos para siempre, aún así: “La ironía del Calvario es que la aparente victoria de Satanás fue su derrota”.[2] A la mayoría de la gente en general y hasta a muchos cristianos les parece que el mensaje del sacrificio que tuvo lugar en el Calvario es demasiado repetitivo, en las caras se les nota: “predíquenos otra cosa”, y los ateos con su réplica tan previsible y repetitiva: “no hay verdad absoluta” contradiciéndose — porque la verdad de ellos «siempre» es la absoluta. Pero hay una verdad de verdad absoluta, la de Dios. La verdad de la clara condenación del hombre, y que Dios no dejó a la deriva; hay cura para el pecado y el precio es muy alto: la Sangre de Su Hijo Unigénito.
Todo tiene que ver con Cristo, el mensaje central del Evangelio es que Dios mandó a Su Hijo a morir para que pueda yo vivir, si nos cansa este mensaje significa que perdimos el significado del Evangelio. Jesús es desde el principio y será por siempre. Toda la Biblia habla de Él, sacarlo de ahí como lo que es — Dios encarnado – sería tratar de hacer desaparecer la Palabra de Dios. Esta obra de Clowney nos vuelve los ojos hacia este Salvador que nos libró. Todo nos promete librarnos de algo, hasta un detergente promete ser tu héroe que elimina cualquier mancha. Se saben usar los eufemismos porque la verdad sobre ciertas cosas sería decepcionante. Hasta en las canciones hay frases como “yo te puedo hacer libre”, como si un ser humano encadenado pudiera liberar a otro ser encadenado.
Dios puede librar, salvar, desencadenar a través de Su Hijo, nuestro amado Señor. Los héroes de la fe no pudieron salvar. “Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Sansón, Samuel, David, Salomón, Elías, Elíseo, Jonás, Isaías, Jeremías, Daniel — todos los profetas, sacerdotes y reyes de Israel se quedaron muy cortos. Guiaron a Israel, oraron por el pueblo, razonaron con el pueblo, pelearon por ellos y contendieron con ellos, pero no pudieron guardar por ellos el pacto de Dios. No se pudieron poner en el lugar del pueblo o tomar la parte de ellos. Se necesitaba un Salvador mayor”.[3]
[1] El misterio revelado, Edmund Clowney, p. 13.
[2] Ídem, p. 40.
[3] Ibídem, p. 197.
Encargado de la edición Germán Estobar