El objetivo de la teología es la adoración de Dios. La postura de la teología es estar de rodillas. El modo de la teología es el arrepentimiento.
Así comenzaba su curso sobre el Espíritu Santo el Dr. Sinclair B. Ferguson, quien sirve como pastor en la Primera Iglesia Presbyteriana, en Columbia, SC, y también como profesor de teología sistemática en el Seminario Teológico de Westminster, en Filadelfia, PA.
Este es un buen conjunto de pautas a recordar, porque muchos de los que han descubierto la belleza de la teología reformada son todo menos “bellos.” A veces se habla de los “VR”, que quiere decir aquellos que son “Verdaderamente Reformados”. Pero lo que este término trae a la mente normalmente no es muy simpático. (Algunos tienen la misma respuesta instintiva al término “calvinista.”) Los “Verdaderos Reformados” son considerados como de pensamiento estrecho, de opiniones parroquiales y sin caridad hacia aquellos con los que no están de acuerdo. Tienen una mala reputación y, tristemente, tal vez sea algo merecida.
Hay una vena combativa en el calvinismo, y cuando las doctrinas de la gracia [1] (identificadas de manera muy precisa como la depravación radical, elección incondicional, redención particular, gracia eficaz y perseverancia de los santos) se encuentran divorciadas de una cálida piedad cristiana, la gente tiene tendencia a tener mal genio.
Algunos cristianos que se identifican a sí mismos como calvinistas parecen estar en un perpetuo estado de descontento con sus pastores, a menudo haciendo gratuitas sugerencias para cambios personales que deben hacer.
Otros parecen estar demasiado preocupados con convertir a la gente a su propia denominación eclesiástica. Aun otros han memorizado el TILIP (acrónimo para expresar los cinco puntos tradicionales del calvinismo: Total depravación, elección Incondicional, expiación Limitada, gracia Irresistible y la Perseverancia de los santos)[2] pero de alguna manera parecen haber perdido el corazón del evangelio. De esta manera, comprendemos al hombre que escribió: “Nada amortiguará más una iglesia o sacará a un joven del ministerio que la adhesión al calvinismo. Nada fomentará más el orgullo y la indeferencia que lo hará un afecto por el calvinismo. Nada destruirá más la santidad y la espiritualidad que el apego al calvinismo… Las doctrinas del calvinismo lo amortiguarán y matarán todo: oración, fe, celo, santidad”.[3]
Pero no debería ser así. De hecho, no puede serlo, siempre que el calvinismo sea entendido correctamente. Las doctrinas de la gracia ayudan a preservar todo lo que es justo y bueno en la vida cristiana: humildad, santidad y agradecimiento, con una pasión por la oración y el evangelismo. El verdadero calvinista debería ser el cristiano más destacado, no estrecho y poco amable, sino basado en la gracia de Dios y por consiguiente, generoso de espíritu. Para este fin, este cuaderno es una introducción práctica a la espiritualidad reformada. Consideraremos qué significan las doctrinas de la gracia para el crecimiento personal en la piedad, buscando responder a la pregunta: ¿cómo es un verdadero calvinista?
[2] En inglés el acrónimo es el nombre de una flor, el tulipán, “TULIP” (Total depravity, Unconditional election, Limited atonement, Irresistable grace, y Perseverance o Preservation of the saints).
[3] Laurence M. Vance, El otro lado del calvinismo [The Other Side of Calvinism (Vance Publications, 1991), viii, 15.]
Ryken, P. G. (2011). ¿Cómo es el Verdadero Calvinista? (pp. 3–4). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.