Preparados en Cristo para las tentaciones
Dios nos ha dejado muchas herramientas en Su palabra para que podamos vivir…
Dios nos ha dejado muchas herramientas en Su palabra para que podamos vivir…
Los adolescentes podían percibir que los gritos y cantos se acercaban cada vez más. Uno de los adolescentes de mayor edad miró con nerviosismo a su amigo. “Los musulmanes se acercan. Es mejor que escondamos a los niños”, dijo él. Otros, siguiendo su ejemplo, ayudaron a los más chicos a encontrar un lugar donde esconderse en los edificios cercanos. Y luego se escondieron ellos mismos. Era el mes de enero, y un gran grupo, la mayoría de ellos niñas y adolescentes cristianos, se habían reunido en un campamento bíblico en el Station Field Complex de la Universidad de Pattimura, en la isla de Ambón, indonesia. Cuando el campamento hubo acabado, los autos llegaron para llevar a los niños de regreso a sus hogares. Pero no había suficientes autos para tantos jóvenes.
«Pero la mujer que teme al Señor [tanto si es bella o si no], será alabada"; porque la verdadera piedad es la belleza del alma y supera a la del cutis o a la de las facciones, tanto como el cielo es más alto que la tierra y la eternidad más larga que los tiempos.» Las flores de la poesía se han agotado en la tarea de adornar la belleza de la manera más provechosa; pero este solo versículo de las Escrituras basta para darnos la justa noción del verdadero valor.
El verdadero amigo no divulgará nuestras faltas a los cuatro vientos, pero tampoco las justificará para salvar nuestra reputación; porque la virtud es la esencia de la verdadera amistad y no debe infringirse por amor a nuestros amigos más queridos.
Una vez, un americano que poseía esclavos, en ocasión de la compra de un esclavo, le preguntó al vendedor: "Dígame honestamente cuáles son sus defectos".
Como hemos visto, todas estas Bienaventuranzas tomadas en conjunto tienen como propósito presentar un retrato del cristiano. Presentan un retrato compuesto de varias partes, de modo que cada una de ellas muestra un aspecto del cristiano. Es difícil describir al cristiano, y es evidente que la mejor manera de hacerlo es describir las distintas cualidades que manifiesta. En esta ampliación de la última Bienaventuranza nuestro Señor sigue arrojando mucha luz sobre el carácter del cristiano. Como hemos dicho repetidas veces, hay dos formas distintas de considerarlo. Se lo puede considerar tal como es, en sí mismo, y también por la forma como reacciona a lo que le sucede. Siempre se pueden hacer ciertas afirmaciones en cuanto al cristiano. Pero comprende uno mucho más cómo es cuando uno lo observa en su relación y conducta con los demás. Los dos versículos que vamos a estudiar ahora pertenecen a esta segunda clase, porque vemos al cristiano en sus reacciones ante la persecución. Hay tres principios en cuanto al cristiano que se infieren con claridad de cuanto el Señor nos dice aquí. Son bastante obvios; pero con todo creo que todos nosotros debemos confesarnos culpables de olvidarlos.
Las líneas de falla de la controversia en la Cristiandad contemporánea oscilan a través de un vasto terreno de temas, pero ninguno parece ser tan volátil como la cuestión del género sexual. Como Cristianos hemos estado pensando esto una y otra vez durante los años recientes, un claro modelo de divergencia ha aparecido. En juego en este debate, existe algo más importante que la cuestión del género sexual, ya que esta controversia alcanza las cuestiones más profundas de la identidad Cristiana y la autoridad bíblica.
Hace muchos años, participé en una reunión con unos empresarios en Jackson, Misisipí. En el transcurso de la conversación, uno de ellos hizo referencia a otro hombre que no estaba presente allí. Dijo: “Él es un hombre honrado.”
El hombre, antes que busque a Dios, Dios está buscándole. Buscamos a Dios porque él ha puesto en nosotros deseos de dar con él. “Nadie puede venir a mi —dijo el Señor Jesús- si mi padre celestial no le trajere” Y es esa atracción de Dios lo que nos quita todo vestigio de mérito por haber acudido a él. El impulso de salir en busca de Dios emana del propio Dios, pero el resultado de dicho impulso es que sigamos ardorosamente en pos de él. Desafortunadamente todo el procedimiento de la conversión ha llegado a ser una cosa mecánica y sin espíritu. La fe, según dicen, puede llegarse a ejercer sin que tenga nada que ver con los actos de la vida, y sin turbar para nada al yo adámico. Se puede “recibir” a Cristo sin entregarle el alma ni tenerle amor alguno. El alma es salvada, pero no llega a sentir hambre y sed de Dios. Los que sostienen tal doctrina reconocen que el alma es capaz de contentarse con muy poco.
"Cuando Cristo llama a un hombre, le ordena venir y morir." Dietrich Bonhoeffer tenía unos treinta años cuando escribió estas palabras en su obra clásica El Precio del Discipulado.