Aunque parezca obvio que un buen hábito para todo matrimonio cristiano es pasar tiempo juntos en la Palabra de Dios, esto no es algo común. Debido a las obligaciones diarias, el trabajo, la familia, los hijos, el ministerio, muchos hombres batallan para poder tener un tiempo en el día para su lectura bíblica.

Si esto ya es una lucha, ¿cómo separar tiempo para leer con nuestras esposas? Cada uno de nosotros conoce su rutina y lo ocupado que pueda estar, pero también conocemos que Dios es quien nos provee de 24 horas cada día para que nosotros seamos buenos mayordomos.

En este tema la palabra clave es prioridades. El diccionario la define como:

  • Ventaja o preferencia que una persona o cosa tiene sobre otra.
  • Cosa que se considera más importante que otra.

He conversado con muchos hombres que no leen la Biblia con sus esposas y muchos de ellos tienen una excusa en común: “estoy lleno de trabajo”. Otros dicen: “nuestros horarios no concuerdan”, mientras otros argumentan que no saben cómo enseñarle a ella.

Mi deseo no es señalarte lo mal que haces sino ayudarte a ver algo que nosotros, como hombres, muchas veces no vemos a pesar de tenerlo muy claro en la Palabra de Dios: ¡nuestras esposas son la máxima prioridad en este mundo!

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:25-26).

Debemos entender que Dios en su palabra nos dice “Maridos, amad a vuestras mujeres” y no “Maridos, amad a vuestros trabajos”. Es muy fácil para nosotros amar nuestros trabajos o el ministerio más que a nuestra esposa ya que de alguna manera recibimos recompensa o reconocimiento por ello, sea grande o pequeño.

El reconocimiento de las esposas ya no tiene impacto ni importancia en muchos casos, ya que no son la prioridad. Es por esto que muchos varones no buscan que los horarios concuerden y les cuesta mucho dejar responsabilidades o simples tiempos de ocio.

1 Pedro 3:7 dice: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”.

Otras versiones dicen: “De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento” (NTV); “De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes” (NVI).

En conclusión, debemos vivir con ellas sabiamente, honrándolas, tratándolas con entendimiento y siendo comprensivos. Uno de los tesoros más hermosos y ocultos que tenemos en nuestras casas es el corazón de nuestras esposas. Debemos aprender a descubrir qué es aquello que les afecta, les duele, les inquieta y estar ahí firmes para protegerlas, aliviarlas y darles paz usando la Palabra de nuestro buen Dios. Debemos tenerlas a ellas como la prioridad de nuestra vida por encima del trabajo, del ministerio y el ocio. Si no discipulas a tu esposa, ¿cómo podrías mencionar una palabra siquiera en el pulpito?

Definir prioridades en nuestra vida, en la mayoría de los casos, nos va a impulsar a dejar cosas que quizá tengan su valor, pero no más valor que lo principal. Pasar tiempo juntos en la Palabra del Señor es una prioridad en la vida de todo matrimonio cristiano. El esposo que no lleva su hogar a los pies del Salvador no ha comprendido su rol como líder espiritual y está dejando de lado la responsabilidad más grande que aceptó al momento de decir .

Tener el hábito de la lectura en casa será de mucha bendición, no solamente para ustedes como esposos, sino para sus hijos y visitantes de su hogar.

Quiero terminar con algunos consejos prácticos muy sencillos:

  1. Lee un capítulo de un evangelio en el momento del desayuno, almuerzo o cena y luego pregúntale a cada miembro de la mesa qué entendió de ese capítulo. No tienen que ser respuestas muy elaboradas, y luego de esto haz una pequeña reflexión de tres minutos.
  2. Cuando llegues del trabajo o en el momento de tu break, escríbele un mensaje de texto a tu esposa preguntándole qué leyó el día de hoy y compártele unos cuantos renglones de lo que tú leíste.
  3. Regálale un libro a tu esposa y compra uno para ti, siéntense a ver los dos índices, tomen un calendario y establezcan cuántos días tomarán por cada capítulo del libro. Si ya tienen un hábito de lectura quizá se les haga fácil leer un capítulo diario. Decidan el día que debe estar terminado el libro y anímense mutuamente a cumplir con su meta. Les aseguro que, si hacen esto, siempre tendrán un tema de conversación.
  4. Anima a otros matrimonios a tener un hábito de lectura en pareja y anímense unos a otros.
  5. Seleccionen un versículo mensual para memorizar. Una forma práctica de memorizar como esposos es colocar el versículo seleccionado en tu fondo de pantalla del celular, junto con una foto de tu esposa. ¡Esto sí que es amor!

Espero que estos pequeños consejos sean de bendición para tu vida. Recuerda lo que dice 2 Timoteo 3:16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.

Una vez que la Palabra de Dios llega al intelecto y han entendido lo que Dios les dice como matrimonio, es importante que puedan tomar decisiones y dejar cargas ante Dios en oración. Esto hará que lo aprendido se funda en el corazón de cada uno de los cónyuges. Por eso, el siguiente hábito saludable será que oren juntos. ¡Hasta entonces!