En el artículo anterior hablamos sobre el nacimiento y la malformación teológica del movimiento Palabra de fe
, con relación a lo que la misma fe se refiere: según los exponentes de dicho movimiento, “la fe es una fuerza”. En esta sección hablaré sobre otro punto:
- Los hombres son dioses/confesión positiva: nombrar/declarar/decretar para que el pensamiento se haga materia.
Tocante a este punto, es importante observar detalladamente la falla colosal de su errada hermenéutica. «Tú controlas a Jesús con tu boca. Tú creas la presencia de Jesús con tu boca… Él es obligado por tus labios y por tus palabras… Recuerda que Cristo depende de ti y tu palabra hablada para liberar su presencia[1]”. Con respecto a esta hereje afirmación, podemos decir que Cristo fue controlado por el Espíritu de Dios para cumplir la voluntad de Dios Padre[2]. Afirmar que el humano controla a Cristo con las expresiones de sus labios, es colocarse en el lugar de Dios Padre y, por así decirlo, hacerse semejante a Dios. ¿Qué dice la Biblia? Cristo es soberano sobre toda la creación. El hombre no tiene control sobre Él[3]. Este movimiento afirma que el hombre es un dios, aunque un dios menor que Dios el creador: «Adán fue una duplicación exacta del tipo de Dios!… Adán estaba subordinado a Dios. Dios lo creó, le dio toda autoridad y poder, y le dijo: Sé dios sobre la tierra como yo soy Dios en los cielos[4]«. ¿El hombre es un dios terrenal?El hombre no es, ni será nunca, un dios. Hay un solo Dios verdadero(Jn. 17:3); si el hombre es un dios entonces el hombre tiene que ser un dios falso. «Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí» (Is. 43:10).
La diosificasión humana
El movimiento Palabra de fe asume que son pequeños dioses terrenales basados en: a) el hombre creado a imagen y semejanza de Dios; y b) la afirmación bíblica “vosotros sois dioses”. ¿Están en lo correcto? Analizaremos ambas afirmaciones según la Escritura. «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó[5]»
¿Con quién hablaba Dios? Estas son las respuestas que se han dado a la pregunta: a) Es una referencia a la Trinidad; b) es un diálogo con los ángeles. Es verdad que hay una corte celestial (1 Reyes 22:19; Job 1:6; 2:1; 38:7), pero nunca los ángeles aparecen como colaboradores de la creación; c) es un plural de plenitud que se explica por la plenitud que se encierra en Elohim (Dios); d) es un plural que manifiesta la pluralidad que existe en la unidad de Dios; e) es un soliloquio: Dios habla consigo mismo.
Aunque el ser humano es creado el día sexto, junto con los animales, cabe notar que no surge igual que estos. Mientras los animales son producidos por la tierra, por orden divina, el ser humano aparecerá como un acto directo de la voluntad de Dios. El término Adam se usa aquí como un colectivo y no como nombre propio. Esto se aprecia en el hebreo, pues en la expresión tenga dominio el verbo está en plural, de modo que literalmente sería tengan dominio. Cuando Dios creó al hombre, lo colocó a cargo de la creación. Lo dotó de su propia imagen. Históricamente, en el mundo antiguo, se creía que una imagen llevaba la esencia de lo que representaba. Con relación a las creencias erradas antiguas, la imagen del ídolo de una deidad (pagana), que es la misma terminología que se emplea aquí, debía ser usada en el culto a tal deidad por el contenido de su esencia. Más bien, se pensaba que la obra de la deidad era cumplida mediante el ídolo. De manera similar, se consideraba que la obra del gobierno de Dios había de ser cumplida por los seres humanos. Pero eso no es todo lo que hay en la imagen.
La herejía de ser pequeños dioses
Es importante observar que los exponentes de tal herejía (Palabra de fe) expresan en sus afirmaciones, de igual forma, «somos dioses». Cuando Dios dice «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza», lo hace desde el mismo principio de distinción y preeminencia del hombre sobre las criaturas de la tierra, no sobre Él o a nivel de Él, no como una igualdad de carácter o soberanía. El plural hagamos fue considerado casi unánimemente por los primeros teólogos como un indicativo de la Trinidad. La afirmación hecha anteriormente, comunica que el hombre tiene capacidad intelectual, comunicativa, moral y creativa. No proyecta la idea de esencia idéntica a la de su creador como una co-igualdad con Él. En sí, la palabra imagen viene del hebreo tselem y significa «hacer una sombra, tener un parecido». Esto lleva la idea de «una figura representativa». Para que el hombre pudiese ser quien administrara la creación, debía tener las facultades antes mencionadas para que se hiciera como Dios deseaba, en orden. El término semejanza del hebreo demut significa «un parecido, modelo», lo que señala «un aspecto o forma parecido a su autor». Al ver tal análisis léxico sintáctico, se desmiente la idea presentada por el movimiento Palabra de fe de que somos pequeños dioses, en co-igualdad con Dios aquí en la Tierra. No solo toman el verso de Génesis para tales afirmaciones herejes, sino también Salmos 82:6 y Juan 10:34-35, en los cuales se dice «dioses». Tales textos, como otros del Antiguo Testamento comunican la idea de los reyes, magistrados, jueces, gobernantes y portavoces (profetas) de la Palabra de Dios, no como tales exponentes afirman: «somos dioses, porque así Dios lo declaró».
Analizando el texto «somos dioses».
Si exponemos exegéticamente el contenido del texto podemos ver que llegando ahora a la última etapa en el progreso de la creación, dijo Dios: «Hagamos al hombre», palabras que muestran la peculiar importancia de la obra que estaba por hacerse, la formación de una criatura, que había de ser el representante de Dios, investida de autoridad y dominio como visible cabeza y monarca del mundo. «A nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza», es una distinción peculiar, cuyo valor aparece en el hecho de que las palabras se repiten dos veces. ¿En qué consistía esta imagen de Dios? No en la forma recta/vertical o en las facciones del hombre, no en su inteligencia, porque a este respecto el diablo y los ángeles son muy superiores; no en su inmortalidad, porque no tiene, como Dios, una eternidad pasada como una futura, sino en las disposiciones morales de su alma, comúnmente llamadas justicia original (Eclesiastés 7:29). Como la nueva criatura no es sino una restauración de esta imagen, la historia de la una arroja luz sobre la otra; y se nos informa que es renovada según la imagen de Dios en conocimiento, justicia y verdadera santidad (Efesios 4:24; Colosenses 3:10). El hombre siempre ha querido tomar la posición divina inyectada por el diablo («seréis como Dios», Génesis 3:5), el cual siempre la deseó («sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo», Isaías 14:12-14). Con esto podemos concluir que tal doctrina es una totalmente diabólica y sin ningún contenido divino, porque el lugar de Dios es único.
El engaño fundamental de tal doctrina es visto claramente en Génesis 3:4-5. Si observamos, Lucero (Satanás/Diablo), establece una mentira basada en una verdad: Dios dijo que morirían si comían[6]. Satanás, por el contrario, le dijo a la mujer que esto no era realidad al afirmar que sus ojos se abrirían y serían como Dios. Con esto afirma dos cosas: a) Dios desea tenerlos en ignorancia; b) Dios no quiere que sean como Él. ¿No es esa la misma motivación, la de ser como Dios, la que Lucero tenía? Sí, idéntica, él quería ser semejante a Dios en todo[7] y eso lo llevó a caer, igual con el hombre[8]. De aquí nace la famosa inclinación a decretar/declarar para que sea convertido lo mental en material por el poder de la afirmación verbal, de la creencia de ser pequeños dioses terrenales.
De la misma manera como Dios rechaza a todo aquel que trate de asemejarse a su soberanía, también lo hace con las inclinaciones que se ramifican de la misma, por lo tanto, declarar/decretar no fue ejemplificado por Jesús, ni por los apóstoles en ningún sentido de la palabra, dicha práctica es moderna y nunca en la historia de la iglesia se había practicado hasta el siglo XX. Ni Cristo ni la iglesia llevaron a cabo tal práctica. ¿Qué le hace pensar que es correcta hoy día? Con esto queda claro que los argumentos de dicho movimiento, como «somos dioses» y «confesión positiva» quedan invalidados con la verdad de la Escritura.
Conclusión
Dios rechaza plenamente todo aquello que se trate de asemejar a Él en su soberanía (Génesis 3:22-24). Tratar de hacerse semejante a Él es invalidar la perfecta suficiencia de la persona y obra de Cristo, el cual produce vida en el creyente mediante su Espíritu[9]. Conforme a la Escritura, aludir una co-igualdad con Dios es negar por completo su soberanía y una falta de temor reverente.
¿Qué hacer para no caer en tal error?
Estudiar adecuadamente la Biblia, reconociendo que su finalidad es glorificar a Dios en todo (2 Timoteo 3:15-17).
- Reconocer nuestra posición y condición: somos creación y depravados pecadores (Romanos 3:23). Dios es creador, perfecta y eternamente puro en Sí mismo (Colosenses 1:15-22).
- Seguir el ejemplo de Cristo que vemos en la Palabra: el creyente, si realmente lo es, buscará ser como Jesús, no como el pensamiento popular asume (Juan 14:15; 1 Juan 2:6).
«Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro». – Deuteronomio 4:39.
[1] Yonggi Cho, D. La Cuarta Dimensión (Vol. 1.), p. 83. Miami: Editorial Vida/Zondevan.
[2] Lucas 4:14, 24:44-45; Juan 6:38.
[3] Apocalipsis 1:1-8; Colosenses 1:15-18.
[4] Autoridad de los Tres Mundos, pp. 16-17.
[5] Génesis 1:26-27.
[6] Génesis 2:16-17.
[7] Isaías 14:12-15; Ezequiel 28:12-18.
[8] Génesis 3:6-24.
[9] Colosenses 2:9-10; Gálatas 2:20, 5:22-25.